Descubren cerca de Plaza Garibaldi una rica ofrenda mexica depositada tras la invasión de Tenochtitlan

Arqueóloga Mara Abigaíl Becerra. Foto Mauricio Marat. INAH.

*** Se integra por diversos materiales como una olla con restos óseos y 13 sahumadores, se realizó durante un salvamento arqueológico

*** En el predio, ubicado en el Eje Central Lázaro Cárdenas, se localizaron los restos de una vivienda que perteneció al barrio menor de Tezcatzonco

En agosto pasado, en el culmen de la conmemoración del quinto centenario de la toma de Tenochtitlan, un predio aledaño a la Plaza Garibaldi, en el centro-norte del Centro Histórico capitalino, comenzó a revelar su pasado más antiguo, cuando fue la vivienda de una familia mexica que sobrevivió a la invasión española, según lo ha constatado la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, mediante un equipo de salvamento arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En honor a ese mundo que se desvanecía, las y los habitantes de esa antigua unidad doméstica realizaron un ritual en el siglo XVI, posiblemente entre los años 1521 y 1610 d.C., para dar testimonio de que así terminaba un ciclo de sus vidas y de su civilización. Entre cantos y olor de copal, los moradores dispusieron en el patio una ofrenda con múltiples elementos, entre los que destacan una olla con restos óseos (cenizas humanas) y 13 sahumadores polícromos de casi un metro de longitud, usados para quemar la resina.

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La Memoria, El Arma De Los Guerreros De Anáhuac

LA MEMORIA, El Arma De Los Guerreros De Anáhuac.

El arma más contundente para colonizar a nuestro pueblo desde 1521 fue la pérdida de su identidad. Aparte tanto los cañones, las espadas, las intrigas y las traiciones, la viruela y el sarampión.

Cuando a una persona, a una familia o a un pueblo se le quita la “memoria”, se le deja indefenso y vulnerable. Por la amnesia, no sabe quién es, no sabe de dónde viene, ni a dónde va. Qué le pertenece y qué le es ajeno. Quién es su enemigo, quién su explotador. No diferencia la mentira de la verdad, la injusticia de la justicia. Es como si lo dejaran mudo, ciego y sordo, en un pavoroso estado de indefensión total.

Esto es justamente lo que nos hicieron en estos cinco siglos de ocupación y colonización extranjera. Los primeros tres siglos los “gachupines” se adjudicaron nuestro Cemanahuac, para sí y para la corona española el virreinato de la nueva España, en donde los pueblos originarios no tenían ninguna oportunidad. Su calidad era de vencidos y esclavos, como el filósofo español del siglo XVI, Ginés de Sepúlveda lo afirmaba. Las leyes, las autoridades y las instituciones eran de carácter colonial y estaban creadas para regular la explotación humana y la depredación de la naturaleza de los vencidos, no para
impartir justicia y procurar el bienestar de los invadidos.

Los siguientes dos siglos, gracias a una lucha entre parientes, los “criollos” traicionaron a los “gachupines” y crearon “su país”, al que le llamaron “México” en honor a los mexicas. No se abolió el sistema colonial, lo único es que los “criollos” desplazaron a los “gachupines”, los expulsaron “de sus país” y tomaron el poder. La sociedad mexicana “es de unos cuantos y de amigos”, es racista, clasista, explotadora y depredadora. Aun en pleno siglo XXI vivimos en una sociedad hipócritamente colonial.

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Breve Semblanza de la Danza de Mexihko Tenochtitlan. Makuilmazatl

Este no es un tratado completo de la danza, es una idea acerca de mi experiencia en la danza, de los círculos de tradición y de la mexicanidad o cultural. Es un acercamiento para los neófitos y para todo aquel que presuma ser danzante, ya que en ocasiones nos hemos encontrado con personas con un desconocimiento total de la danza y de su historia. La danza como una forma de meditación y acceso a la otra realidad. Desde la época prehispánica hasta la actualidad con la influencia de otras danzas y de otras influencias como la católica y la santera. Mucha de esta historia viene de tradición oral, desde el Sangremal, Querétaro a Tenochtitlan y de aquí al mundo. Ome Teotl. Surge una frase onírica que es muy importante que dice “Que tus formas y tus actos te escuchen, ¡El es Dios!” Además anexamos un calendario de danzas, incluyendo los cuatro vientos, que son la obligación en la danza de tradición como de la mexihka. 

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21 de junio: Un día como hoy finalizó la Guerra Cristera en México

Cristeros junto a familiares, con la bandera de México detrás con la imagen de la Virgen de Guadalupe como escudo. Foto: Dominio público.

Cristeros junto a familiares, con la bandera de México detrás con la imagen de la Virgen de Guadalupe como escudo. Foto: Dominio público.

 

El 21 de junio de 1929 finalizó oficialmente la Guerra Cristera en México tras la firma de los acuerdos entre el Arzobispo mexicano Leopoldo Ruiz y Flóres, como delegado apostólico del Papa Pío XI, y el entonces presidente del país, Emilio Portes Gil.

Culminó así un conflicto de tres años que enfrentó al Gobierno mexicano con numerosos grupos de fieles católicos, denominados “cristeros”, indignados por las medidas legales emitidas contra la Iglesia y el culto religioso.

Los cristeros tenían como su lema principal “Viva Cristo Rey y Nuestra Señora de Guadalupe”. Se estima que más de 60 mil soldados del Gobierno y 25 mil milicianos del bando cristero murieron.

En declaraciones a ACI Prensa en junio de 2018, el jurista y doctor en Historia Jorge Adame Goddard, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, explicó que el origen del conflicto es la Constitución de México de 1917, que “desconocía los derechos de la Iglesia, desconocía su personalidad jurídica, limitaba el número de sacerdotes, ponía restricciones muy importantes al culto público”.

Recordó que “esto generó una serie de protestas” y las tensiones aumentaron con la llegada al poder del presidente Plutarco Elías Calles en 1924.

En 1926 este presidente promulgó la Ley de tolerancia de cultos, conocida como “Ley Calles”, para hacer efectivos los artículos constitucionales contra la Iglesia.

Con la Ley Calles, señala Adame Goddard, “se consideraban delitos muchas actividades totalmente lícitas, como que un sacerdote esté en la calle con traje talar o que los religiosos estén reunidos en congregaciones, o que se enseñara religión en las escuelas”.

Ante las repetidas negativas del Gobierno a derogar la Ley Calles, un gran número de obispos decidió suspender el culto el 31 de julio de 1926, día en que comenzó a regir la controversial legislación.

“La suspensión de culto impresiona muchísimo a la población. De pronto todas las iglesias están cerradas, no pueden bautizar a sus hijos, no hay primeras comuniones, ni Misas los domingos”, dijo el jurista.

El Gobierno respondió cerrando los templos, persiguiendo y arrestando a sacerdotes y dirigentes laicos. La violenta reacción estatal hace que muchos católicos decidan tomar el camino de las armas.

Adame Goddard dijo a ACI Prensa que el movimiento cristero “se produce en varios estados de manera espontánea. En cada lugar hay jefes locales, jefes regionales militares, militares improvisados”.

“En la Ciudad de México se constituye un grupo de intelectuales profesionistas, principalmente abogados, que constituyen la Liga Defensora de la Libertad Religiosa” con el fin de “conseguir recursos para apoyar el movimiento armado y procura también dirigirlo”.

Eventualmente, precisó el jurista, se constituyó un mando único militar en el movimiento cristero, bajo el mando del general Enrique Gorostieta Velarde.

“Este era un militar de carrera, entrenado en el Ejército” que unificó y “logró que el movimiento cristero llegara a controlar territorios en partes de Jalisco, Zacatecas, algo de Durango, Colima”.

La preocupación de la Iglesia: La pastoral

Adame Goddard indicó que “la Iglesia no apoyó el movimiento armado”, aunque “tampoco lo detuvo”.

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Secuencian el Genoma Indígena de Mexicanos

Se analizó el ADN de 15 individuos; 12 autóctonos y tres mestizos; los resultados, en Nature Communications

Analizar el genoma de los habitantes originarios de América no sólo ayuda a entender mejor por qué enfermedades como la diabetes parecen afectar más a los mexicanos que a los europeos, sino también a arrojar luz sobre cómo los primeros humanos llegaron a este continente, cómo se colonizó el país, qué grupos se interrelacionaron e, incluso, si la palabra nahua responde a una identidad cultural o a una genética. “Así de amplias son las respuestas que se derivan de este trabajo”, expuso Alejandro Garciarrubio, del Instituto de Biotecnología.

Fueron más de cinco años los invertidos por el universitario y 30 especialistas para secuenciar e interpretar la información obtenida de 15 individuos (12 indígenas y tres mestizos). Los resultados de esta indagatoria –encabezada por el Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen)– fueron publicados recientemente en la revista Nature Communications.

“Era importante ahondar en esto porque los proyectos para analizar genomas humanos se habían centrado en europeos, africanos y asiáticos, y dejaron de lado a los nativo-americanos, por lo que se ignoraba cuál era su aportación a la diversidad genética del mundo y al mestizaje en América Latina tras la llegada de los conquistadores.”

Selección

Para efectuar esta labor, los investigadores seleccionaron a 12 miembros de seis grupos étnicos que representan al norte, centro y sur de México, es decir, tarahumaras y tepehuanos en el primer apartado; nahuas, totonacas y zapotecos en el segundo, y a los mayas en el último. Los mestizos elegidos fueron padre, madre e hijo, y sirvieron como individuos de control.

La tarea no fue sencilla: como primer paso, los antropólogos del proyecto fueron a remotas comunidades indígenas a tomar muestras de sangre con el propósito de extraerles el ADN, no sin antes explicar a los participantes en qué consistía el trabajo y obtener de ellos un consentimiento informado. “Esta parte fue muy complicada: debieron llegar con folletería, esquemas y traductores para hacer esto entendible a gente que, con frecuencia, no habla español y tiene una escolaridad muy baja”.

De los cientos de muestras obtenidas, escogieron solo 12, las mejores. “Debíamos constatar, con 95 por ciento de certeza, que 99 por ciento del genoma de las personas a analizar era indígena. Es tan difícil hallar sujetos con tales características que, aunque consideramos decenas de candidatos por etnia con el objetivo de quedarnos con los dos mejores, al final tuvimos que aceptar a un par de sujetos fuera del rango por tener 98 por ciento de información amerindia y dos por ciento de herencia europea.”

El ADN de los 15 individuos se mandó a secuenciar a una compañía en Estados Unidos y ya con los datos en mano, en México analizamos computacionalmente cuáles genes habían sido modificados, cuáles eran de interés, cuáles revelaban los niveles de parecido entre los distintos grupos étnicos, cuáles los diferencian de los asiáticos y los europeos, y cómo se relacionaban estos individuos respecto del ADN antiguo de los primeros pobladores del continente.

“Es asombroso lo que puede colegirse de estos datos, pues nos permiten ver, de primera mano, cómo se fue poblando América.”

Tras los pasos de nuestros ancestros

La población de América es la más reciente en cuanto a ocupación continental y se sabe que se dio cuando grupos provenientes de Asia atravesaron –más de una vez– el estrecho de Bering. “Uno de los resultados más importantes del estudio es confirmar que los indígenas de México presentan una uniformidad genética, lo cual corrobora que todos son producto de una sola migración y, además, de una conformada por muy pocos individuos”, indicó Garciarrubio.

A decir del investigador, estos datos posibilitan entender mejor cómo se conformaron los pueblos originarios, cuáles se mezclaron y cuáles se mantuvieron aislados. “Es cierto que hay un origen común, pero también diferencias entre etnias y esto nos da pistas del porqué”.

Entre las conclusiones más notables, destacó la relacionada con los pueblos del norte, los cuales, por haber mantenido comunidades pequeñas y un carácter nómada son muy distintos a los del resto de la nación. “Ello también explica el hallazgo funcional más relevante de este trabajo: la identificación de variantes en genes relacionados con el desarrollo muscular y la capacidad física de los tarahumaras o, como se dicen ellos, rarámuris (palabra endónima que significa ‘de pies ligeros’)”.

Uno de los argumentos que se daban para justificar esta aptitud sobresaliente para la carrera era la de una adaptación biomecánica derivada de los usos y costumbres de una cultura gestada en las cumbres de la Sierra Madre Oriental, aunque la secuenciación del genoma apunta a una respuesta mucho más compleja.

“Fue una sorpresa encontrar en los tarahumaras un enriquecimiento de variantes justo en los genes asociados con el desarrollo muscular y la resistencia, lo cual apunta a una constitución genética favorecedora en ese sentido. Éste es un hallazgo muy interesante porque hay pocos ejemplos similares en la literatura mundial, como la adaptación a la altura entre los incas y tibetanos.”

Respecto a los pueblos de la parte central de México –cuna de grandes culturas como la olmeca y la teotihuacana–, Garciarrubio observó que éstos se mantuvieron separados y comenzaron a mezclarse de forma muy reciente (en el último milenio).

“Por su parte los mayas presentaron una gran heterocigosis, concepto que nos habla de qué tan grande es la comunidad de la cual se obtiene un individuo y, en este caso, los datos señalan un gran éxito poblacional. Se calcula que en la Época Clásica llegaron a ser cinco millones y ello explica el gigantesco pool genético hallado, todo lo contrario a lo observado con los indígenas del norte.”

Lo nahua, ¿una etiqueta cultural o genética?

Para Alejandro Garciarrubio, una de las dudas no esclarecidas por falta de estudios era si los nahuas eran un grupo étnico (cultural) con identidad genética. “Fácilmente los identificamos por su lenguaje, arquitectura, códices o religión, ¿pero son un grupo genético?”.

Dice la leyenda que ellos salieron del norte del país y, después de una larga migración, se establecieron en el Valle de México. “La pregunta es, ¿constituían un colectivo, venían de lejos o eran de algún pueblo cercano?, pues perfectamente podían haber pertenecido a cualquier otra comunidad del altiplano”, planteó.

Para precisar términos, el académico señaló que por grupo genético se entiende: una población que, después de las migraciones hacia México, se mantuvo aislada por miles de años, lapso suficiente como para diferenciarse de otras.

“Tras analizar su genoma es indudable que los nahuas cumplen con estas características y que la suya es una etiqueta genética. Esto se nos escapaba porque los trabajos anteriores tenían menor resolución, pues es un hecho que la historia genética del centro de México ha sido dinámica y ha dado pie a una verdadera mezcolanza.”

El académico dijo que era preciso aclarar este punto porque están bien documentados casos como los de los nahuas de Morelos y Guerrero que lo son por cultura, pero no por genes. Aunque hablan náhuatl, lo hacen porque fueron dominados y todo ello es producto de una imposición bélica que data de siglos atrás.

Además, de esta secuenciación también se obtuvieron datos médicos que verifican muchas cosas ya sabidas y en las que ahondará el Inmegen y otros grupos en los años por venir, añadió.

“Y eso es lo que se esperaría de un estudio con estas características; lo sorprendente es la cantidad de información que nos arrojó acerca de cómo se pobló el continente, cómo nos conformamos, sobre nuestra historia y también sobre nosotros. Es de destacar que este proyecto es orgullosamente mexicano pues no contó con la usual colaboración de universidades extranjeras. La experiencia que nos deja es la base para una investigación similar y ya en curso, pero mucho más ambiciosa: ahora comprenderá 96 genomas indígenas.”

 

tomado de aquí

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