¡Los mexicanos tenemos nuestro propio Año Nuevo!

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Así es, ¡los mexicanos tenemos nuestro propio Año Nuevo!… y no se celebra el 1 de Enero. Actualmente muchos de nosotros al igual que millones de mexicanos dentro y fuera del país, festejan la llegada Año Nuevo el día primero de Enero, pero al respecto de esta realidad, en algún momento de nuestras vidas seguramente ya nos hemos detenido a preguntarnos lo siguiente:

                “¿Por qué celebramos la Vida Nueva y el Año Nuevo justo en el momento en que la vida en la Naturaleza esta contraída, por no decir MUERTA (eclipsada por el crudo invierno)?”

                “¿Por qué en ocasiones sentimos que no somos parte integral del planeta Tierra, al que casi siempre vemos como algo ajeno a nuestros decisiones, un ente impersonal, un mero plano donde pisamos y no como Nuestra Verdadera Casa?”

                “¿Qué es ese Algo que está mal en nosotros y que nos impide encajar con las demás formas de vida animal y vegetal que nos rodean y con los Ciclos Naturales que han estado aquí desde mucho tiempo antes que nosotros?”

La respuesta a estas preguntas es muy clara (una vez que lo pensamos a profundidad), pero al mismo tiempo es poco obvia para la mayoría de las personas que están inmersas en las “selvas de asfalto”, pues en estos tiempos donde la gente pasa gran parte de su vida diaria detenidos en una oficina o un apartamento, y ya no tienen por techo al cielo abierto sino una losa plana y monótona con lámpara colgante, y por piso ya no tienen a la fresca hierba sino una alfombra gris y por muros a ninguna fila de árboles meciéndose sino paredes blancas, es casi imposible que la gente logre dar con la respuesta que le hace falta para entender que involutivamente esta desconectada del mundo natural y en ello estriba la razón de porque IRREFLEXIVAMENTE aceptemos que el Año Nuevo (la “Vida Nueva”) sea celebrado a mitad del invierno (1 enero), pues nuestra despistada sociedad actual no se percata conscientemente de que ¡ES EL PLANETA QUIEN NOS LLEVA EN SU VIAJE Y NO AL REVES!. En otras palabras, el que se mueve es el mundo… Él es el Orquestador, NO NOSOTROS.

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Dejemos muy en claro que el Planeta Tierra es (y no nosotros) el Gran Navegante Sideral que atraviesa triunfante los “mares” del Universo y viaja a velocidades increíbles por el espacio, desplazándose junto al Sol en un viaje infinito que ha iniciado desde hace miles de millones de años… pero, si el viaje a través del cosmos y sus interminables territorios es cosa del Planeta y el Sol, siendo nosotros los humanos, meros invitados a él (su tripulación) entonces:

 ¿Por qué la Tierra debería acoplarse a los ritmos humanos, en lugar de que seamos NOSOTROS LOS OBLIGADOS A ACOPLARNOS A EL y no desentonar en la sinfonía de los Ciclos Terrestres?…

Piense por un momento en los pasajeros de un avión que no hacen caso a las instrucciones del piloto y actúan según sus deseos particulares en pleno vuelo: ¡PUES ESO MISMO PASO CON LA CELEBRACIÓN DEL AÑO NUEVO!… Un arrogante emperador romano dijo que la Vida Nueva empezaba el día que se renovaba el gabinete gobierno y todo el mundo lo acepto (¡!)

Año Nuevo Verdadero: “La Primavera”

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Decir que el Año Nuevo es en Primavera, el Primer día que el mundo y su Naturaleza recobran la plenitud de la vida y el calor del Sol hace reverdecer los valles y montañas, no es una afirmación sentimentalista o salida de una “mente fantasiosa”, sino todo lo contrario, es una afirmación apegada a la Ciencia, la Astronomía, la Matemática y a la Sabia Razón, pues históricamente LAS CULTURAS MAS AVANZADAS DEL MUNDO ANTIGUO tanto en lo espiritual como astronómico (por decir algunos: anahuacas, celtas, hebreos, griegos, chinos) celebraban el Año Nuevo en la gestación de la Primavera, en las fechas comprendidas entre el comienzo de los deshielos de montes y valles y la llegada del primer EQUINOCCIO SOLAR DEL AÑO (es decir, entre los días 1 y 21 de marzo), un fenómeno astronómico que representa el momento del “equilibro perfecto”, es decir, el día del año en que “el día y la noche duran lo mismo”, algo que por su fuerte simbolismo, era tomado por nuestros ancestros mexicanos como el inicio del año, puesto que el Sol (“Tonatiuh”) igualaba a la “oscuridad” en fuerza y en el planeta Tierra (“Tlalticpac”) eso era percibido por el cambio de estación del Invierno (lo estéril) a la estación de la Primavera (el regreso de la vida).

Así pues, el Calendario Sagrado del Anahuac al que se sujetaban los primeros mexicanos, el llamado “CEMPOALILHUITL” o “Calendario de todas las celebraciones”, situaba la fiesta del Año Nuevo en la llegada de la Primavera, específicamente en el primer mes de los 19 totales y que llevaba por nombre “ATLACAHUALO” que bien puede traducirse como “lo dejado por las aguas”, puesto que como hemos dicho líneas arriba, era la temporada donde los hielos invernales se derretían y las corrientes de agua generadas regresaban a los ríos y subsuelos, dejando tierras fértiles y rejuvenecidas a su paso. Sembrado así las bases para la nueva vida.

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No obstante, ese bella concordancia entre las “Fiestas de la Naturaleza” y las “Fiestas Humanas” se perdió cuando las sociedades colonizadas y embrutecidas comenzaron a sustituir paulatinamente a las sociedades naturales y filosóficas, pues fue EL IMPERIO ROMANO, quien por desdén e ignorancia, trasgredió el orden y la sucesión natural de las cosas, imponiendo a la humanidad que iba sojuzgando, su desastroso CALENDARIO JULIANO (hoy llamado Calendario Gregoriano), el cual es un conteo del tiempo nada compatible con la realidad del mundo y desentendido del evidente movimiento de los astros. Desplazando así indebidamente, a la ancestral celebración del AÑO NUEVO en la llegada de la primavera, justo al Día Primero de Enero (mes del dios latino Juno) que era la fecha en que el gobierno romano renovaba a sus mandatarios y funcionarios, para preparar con tiempo sus campañas militares expansionistas que siempre iniciaba en el mes del dios de la guerra “Marte” (martius = marzo), que era el mes cuando el invierno se iba y dejaba de nueva cuenta los caminos y valles transitables y seguros para las tropas.

Por tanto, celebrar el Año Nuevo en invierno, es hacer una apología de la guerra y de la muerta, no de la vida y la abundancia, es perpetuar el sinsentido naturalista del imperio romano que no ha desaparecido sino que se ha transmigrado en las naciones y reinos del mundo Occidental; muy en cambio, el retomar nuestro original Calendario Festivo Mexicano (el del Anahuac) con el “Año Nuevo” situado en la llegada de la Primavera y en TOTAL concordancia con los ciclos celestes del Sol y la Tierra (y hasta Venus) es hacer honor al Creador y a su hermosa Creación.

Este breve ensayo es una invitación a que los Mexicanos de hoy, retomemos nuestro AÑO NUEVO MEXICANO en la llegada de la Primavera (Febrero-Marzo), el que fue llevado y adoptado sabiamente por el MÉXICO ANTIGUO, principalmente por los grandes pueblos Toltecas y de la Triple Alianza (Teotihuacanos, Mayas, Aztecas y Texcocanos); pues aquellos primeros mexicanos, sabían con el CORAZÓN Y LA MENTE que el Año Nuevo comenzaba cuando también la VIDA DEL MUNDO REGRESABA, algo que ejemplifica muy bien, por qué no nos cansamos de asegurar que las poblaciones que nos antecedieron antes de la época virreinal, desarrollaron una gran comprensión libre de distorsiones y una simbiosis completa para con las “Energías del Mundo“ y su entorno natural. Solo Roma (con sus reinos vástagos) y su insensata cuenta calendárica Juliana-Gregoriana enfocada a la guerra y la invasión para enriquecerse, marcharon en el SENTIDO CONTRARIO al mundo y su error de percepción tanto matemática como astral, se sigue perpetuando hasta nuestros días por ignorancia y dejadez, puesto que usamos un CALENDARIO OBSOLETO que reemplazo al verdadero “RELOJ DE LA NATURALEZA”, mismo que nos fue ocultado como parte de la negra herencia de los colonizadores del mundo Occidental.

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Entonces, ¿por qué a los mexicanos les urge  celebrar el Año Nuevo Mexicano?:

Tomando en cuenta las razones y argumentos arriba citados, no es de sorprender que en el concierto de las actuales naciones, podemos encontrar entre los países más unificados, poderosos e influyentes dentro del escenario mundial, precisamente se encuentran aquellos que conservan su calendario ancestral, algo es muestra en buena medida, de que preservan su identidad cultural y su cosmovisión científica y religiosa del mundo, tan casi fielmente como sus antepasados lo hicieron y que les fue transmitida de generación en generación hasta nuestros días. Hablamos específicamente de la nación china, de la judía, la hindú, la iraní y la árabe, todas y cada una de estas cinco innegables poderosas y orgullosas naciones, quienes a diferencia del resto del mundo que ha perdido su cosmovisión originaria y “romanizado” su cultura, tienen su propia Cuenta Calendárica y celebran el inicio del Año Nuevo (el día más importante para una sociedad) en fechas propias de su cultura, es decir, fuera del convencionalismo occidental del “1 de enero”.

Con justa razón, esas naciones mencionadas en la escala de “identidad y sentido nacionalista” aventajan a las demás naciones, pues chinos, judíos, árabes, iraníes e hindúes literalmente “VIVEN SU PROPIO TIEMPO y espacio” pues ellos no consideran estar transitando el año 2018 (calendario romano occidental) sino que perviven con nosotros ahora mismo en el año 5779 (caso judío), en el 1440 (caso árabe), 1936 (caso indio) o en el 4771 (caso chino), pues se saben y sienten los herederos y continuadores de culturas que propias que nada piden a préstamo de otras culturas.

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 Ese caso debería ser el de nuestra GRAN NACIÓN MEXICANA, heredera de una cultura milenaria y cuna de la excelsa civilización del Anahuac (Mesoamerica), una de las 5 Civilizaciones Madre del Mundo. Del tal suerte, por derecho propio y porque así lo dicta la razón, como mexicanos herederos de una civilización inconmensurable DEBEMOS Y PODEMOS rescatar nuestra gran fiesta calendárica originaria del Año Nuevo y dejar de imitar a la ciega corriente, seguidora irreflexiva, de una cosmovisión romanizada del mundo que nos es ajena y que el mexicano en realidad ni reconoce, ni entiende (ni quiere realmente). México al igual que los chinos, judíos, musulmanes e hindúes, tiene derecho y de sobra, de reclamar “vivir en su propio tiempo y espacio”, pues nuestro Calendario ancestral del Anahuac (labrado por tan sabias y proliferas etapas como la olmeca, tolteca, maya y azteca) marca ahora mismo el año “Chicoaze Tochtli” (6-Conejo) en la forma CIRCULAR DEL TIEMPO y nos espera el año “CHICOME-ACATL” (7-Carrizo), pero en su forma lineal los mexicanos “aquí y ahora” (Nican ca) VIVIMOS EN EL AÑO 5133 en el cómputo de la civilización de Anahuac, apoyándonos para afirmar esto mismo, en sustentos arqueológicos y científicos y no en mitos, pues el Calendario Anahuaca (“Xiuhpohualli-Tonalpohualli” nahua, “Tzolkin” maya), parte su computo desde el día 11 de agosto del 3114 A.C. tal y como está marcado en la «Piedra-estela C», en la zona maya de Quirigua, dejando constancia material del dato que marca el inicio del calendario que rigió al México antiguo y que no hay ninguna razón insuperables para que no rija al México de hoy, que tanto le hace falta recuperar sus fuertes y sabias raíces.

Estimados lectores, gracias por llegar hasta este punto del ensayo, mismo que fue compartido con ustedes NO queriendo que suspendan su cena a la medianoche del 31 de diciembre donde sus familias y seres queridos los esperan (algo hermoso), lo único que intentamos como buenos mexicanos y amigos, es que cuando las copas con sidra y uvas sean levantadas en el primer minuto del mes de Enero, no digamos “¡Feliz Año Nuevo!”, sino que exclamemos: “¡Hermanos, brindo porque Superaremos el invierno (la muerte, la oscuridad) y estaremos todos juntos cuando llegue nuestro Año Nuevo (en la vida, la primavera)!”

Ya no nos apartemos de cuenta del tiempo del Maestro Sol y de la Maestra Tierra, de la bondadosa Casa Nuestra que nos lleva a cuestas…. ¡VOLVAMOS A CELEBRAR LA VIDA!

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¡Nuestro Año Nuevo Mexicano es en el mes de Atlacahualo (Marzo, Primavera)!

***

“A la gloria de esa antigua sociedad de grandes poetas, matemáticos, filósofos y guerreros que añoraban una vida entre Flores y Cantos y una muerte al filo de la obsidiana”

***

Por: Tecuhzoma Teutlahua.

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Texto original: 

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