Melodrama con ambiciones de epopeya histórica que narra cómo, a principios del siglo XVI, los mayas en plena decadencia son vencidos por los conquistadores españoles y Naya, la joven hija del adivino Chilam Balam, termina uniéndose al hijo del español Montejo con lo que se funda una nueva raza. En esta aparatosa producción -la poderosa empresa CLASA invirtió en el proyecto lo que para entonces era una fortuna: 350 mil pesos sólo en escenografía y un vestuario notoriamente incómodo- todo sin remedio, parece inerte y acartonado. El director debutante Iñigo de Martino, ofreció aquí tales pruebas de ineficacia que su carrera terminaría dos años después con una película más. López Tarso, muy joven aún, hubo de caracterizarse al estilo teatral con barbas y peluca postizos, para desempeñar el papel del viejo sabio del pueblo.
IGNACIO LÓPEZ TARSO: El Ah’Kin Chel fue un personaje que sí me interesó, era un coestelar, con la compañía más importante de cine que había en México y además, casi todas mis escenas eran con López Moctezuma ¡imagínate! Desde la primera entrevista el Licenciado Orive Alba, que era el gerente de la compañía, me trató de maravilla, como si fuera la estrella; luego la gran producción, las pruebas de vestuario, las semanas en Yuacatán, estaba yo impresionadísimo, y pensé que era una gran oportunidad y un reto difícil porque había que caracterizar -y todo el inicio de mi carrera fue así, de lo que los actores españoles llamaban el barba de la compañía- a un anciano. Llego a Yucatán y me encuentro con Jambrina, con Baviera, puros nombres grandes y gran pantalla para mí de modo que empecé nervioso y emocionado. Me presento al llamado ya vestido y maquillado pensando en mi poca experiencia en cine, pero López Moctezuma fue tan gentil, tan amable conmigo -como a las once de la mañana sacó un tequila y brindamos por la película y por que me fuera bien- que me sentí ya mucho más seguro. El trabajo fue muy pesado, horas y horas con un calor espantoso, subiendo y bajando escalinatas con aquellos penachos gigantescos … El director era un hombre muy culto, que sabía mucho de historia, de arqueología, pero la producción se le fue de las manos, todos acabamos actuando de una manera muy rígida por lo ceremonioso del asunto. La película quedó muy lenta y aburrida y la verdad, no le gustó a nadie.
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